Los Comunes vs lo público Autogestión y participación

Nos dice David Bollier en su libro “Pensar desde los comunes”[1] que el procomún consiste en modelos evolutivos y funcionales de autoabastecimiento y gestión que combinan lo económico y lo social, lo colectivo y lo individual. Pero con palabras más sencillas nos pone como punto de partida ante la idea de que “los comunes son cosas que no le pertenecen a nadie y que todos compartimos”.
Hoy en día es difícil pensar en cosas que no pertenezcan a alguien, ya que el neoliberalismo esta obligado a ponerle precio a todo para poder introducirlo en la rueda del mercado, y nos convencen de que si hay algo que se escapa a ello, como puede ser el medio ambiente, se lo pongamos; sí, a cada uno de sus componentes para introducirnos de lleno, sin recovecos en el lenguaje de los mercados, que es el que está determinando nuestra vida cotidiana.
¿Cuánto vale un águila imperial? – nos han preguntado. Y hay quien obedientemente se ha puesto a hacer los cálculos creyendo que es la única oportunidad de proteger la especie, introduciéndola en los formatos contables.
Existen numerosas “cosas”: seres vivos, elementos inertes, procesos, servicios, productos, formas de actividad…que todavía se escapan al dominio del capital y por lo tanto a las leyes del mercado. Con frecuencia, pasa inadvertida su libertad, porque las vemos o usamos sin detenimiento y porque tendemos a adjudicarles un o una propietaria a veces confundiendo la “responsabilidad” de su gestión con la propiedad de la cosa.
Pongamos como ejemplo la sanidad, tan de actualidad en tiempos del COVID-19. ¿Es la sanidad, como tal, propiedad de alguien?. Lo que está en cuestión es la propiedad de los bienes y equipos y el tipo de gestión, privada o pública. Si es pública decimos que es de todas las personas, la entendemos como bien común, y los medios para procurarla son gestionados por una administración pública; pero a veces, ese bien común lo gestiona una entidad privada, la cual obtiene un beneficio económico de dicha gestión. O bien, ni siquiera se entiende como bien común y todo el proceso es privado, obteniéndose importantes beneficios. En estos días, los medios de comunicación y las autoridades gubernamentales nos han venido informando de las dificultades encontradas para adquirir equipos de protección contra el coronavirus, así como respiradores para evitar pérdidas humanas. La especulación ha prevalecido en la venta de equipamientos sanitarios imprescindibles, obstaculizando las posibilidades de salvar vidas, lo que da una idea de la importancia de disponer de medios de bien común para garantizar la salud.
Entonces, si consideramos la sanidad un bien común, ¿podría gestionarse en un procomún? ¿es la gestión de las administraciones públicas un procomún?
Presenciamos que algunas administraciones públicas deciden privatizar su gestión. En esos casos desde luego no se puede hablar de gestión comunal, gestión que se desarrolla en un proceso en el que, al menos, en algún momento ha habido una participación de las personas beneficiarias. ¿Y cuando es pública?. En estos otros, la participación de las personas usuarias está también muy alejada; se remonta al voto que ejercieron y que se acabó reflejando en la constitución de un parlamento y de un gobierno que deciden las políticas. Hasta cuatro años después no vuelven a participar. Es decir, si estimamos la vida media en España en 83 años, una persona participará en la gestión de la sanidad 22 veces en su vida, esperando que el resultado sea acorde a su voto, lo cual no siempre ocurre.
La Carta de los Comunes para el cuidado y disfrute de lo que de todos es[2] propone la gestión comunal de los bienes comunes, muchos de los cuales en la actualidad los consideramos generalmente bienes públicos. Ese procomún lo canaliza a través de las Juntas Comunales “a las que tendrán derecho y obligación de asistencia todos los miembros concernidos por el recurso” y serán “de un tamaño lo suficientemente pequeño como para que todas las personas congregadas se puedan escuchar en una misma sala y lo suficientemente grande para que el recurso sea viable, siendo el tamaño de cada recurso determinado por cada asamblea” (sic.). Esta organización prevista parece que debe limitarse a cuestiones locales o de un ámbito que puede delimitarse sin problemas. Y si hubiera varias Juntas Comunales para bienes muy relacionados o partes de bienes estás tendrían que tener una coordinación y armonía muy buenas, que les permitiera desarrollar el conjunto del bien común con satisfacción.
Son términos ideales que suenan difícil de alcanzar con el comportamiento humano al uso.
Sin embargo, tenemos experiencias de montes comunales, de comunidades de regantes, de centros autogestionados como casas de reivindicación, encuentro y cultura, de larga trayectoria y con muy buen funcionamiento. ¡Y qué bueno sería que hubiera muchas más!, como esta misma Cooperativa que escribe y que quiere promover la creación y conservación de muchos procomunes, tangibles e intangibles. La base del cooperativismo parte de la gestión comunal y tanto más se acerca a esta cuanta más democrática sea su Junta Comunal.
Ahora bien, en la actualidad, no es posible concebir políticas, como la sanidad, la fiscalidad, la educación gestionadas como un procomún de pequeña escala. Sin embargo, en la medida en que se introduzca verdadera participación abierta y constante en todos los niveles de las administraciones públicas, de cada centro gestor, de cada empresa, más fácil será aproximarse a la gestión comunal, que es la consustancial a los bienes comunes. ¿De qué manera se pueden ofrecer los cuidados, sin discriminar a alguien, si no es en mediante el procomún?
El camino que comienza La Cooperativa sobre los comunes parte de una reflexión conjunta de lo público, lo común, la propiedad, los bienes, las formas coherentes de autoorganización y de organización en red, para reescribir La Carta de los Comunes combinando distintos tamaños de escala del territorio, tanto urbano como rural. Desde la aceptación del Estado de las Autonomías como marco real en este momento, quiere facilitar un incremento notable de la participación ciudadana en toda administración de bienes comunes, allanando el camino al crecimiento de los comunes.
Nos ponemos
manos a la obra, si te interesa el proyecto envíanos un email a comunicacion@coop-prod-politica.org
y hablamos.
[1] Bollier, D. 2016. Pensar desde los comunes. Sursiendo+Traficantes de Sueños+Tinta Limón+Cornucopia+Guerrilla Translation.
[2] Madrilonia.org, El Observatorio Metropolitano, 2011. La Carta de los Comunes para el cuidado y disfrute de lo que de todos es. Traficantes de Sueños, Madrid